P. Luis Alarcón Escárate
Vicario de Pastoral Social y Talca Ciudad
Párroco de Los Doce Apóstoles
Jesús dijo a sus discípulos: <<Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos>> (Juan 15, 1-8).
Recuerdo un mensaje del Santo Padre en el cual nos invitaba a tener una relación personal con el Señor Jesús, porque no somos una ONG. Somos una institución que está presente en todos los lugares del mundo, pero no somos una simple organización de ayuda a los más pobres y necesitados, aunque lo hacemos y vivimos como un servicio prioritario. Nuestra primordial tarea es “estar con él” como nos recordará el evangelio de San Marcos con respecto al llamado de sus discípulos.
Durante este año, hay niños que no han tenido la experiencia de ir a un colegio, todo ha sido virtual. Las mismas preparaciones sacramentales se han realizado por medio de plataformas digitales. Por lo tanto, se han perdido de conocer, tocar, saludar, compartir, etc., con sus compañeros. Hay una película que se llama “Inteligencia artificial”, de hace algunos años atrás, que nos mostraba un tiempo en el cual había robot que casi parecían humanos: podían expresarse, hablar, llorar, y conversaban de todo con sus dueños. Uno de ellos, con apariencia de niño, desea ser humano y se empeña en integrarse a una familia, busca ser querido, pero se da una rebelión contra los robots porque están apropiándose de todo lo que las personas pueden hacer, por lo tanto los empiezan a destruir y este niño en su huida usa un vehículo que queda atrapado en el fondo del mar y permanece ahí por siglos, hasta que lo descubren seres súper avanzados y lo reconocen como lo más cercano a lo humano que podrían tener cuando la raza humana y todo lo orgánico ha desaparecido. Pareciera que el niño robot se ha hecho humano. Así como pareciera que estamos de verdad en el colegio a través de nuestros computadores.
Conocer a Jesús no es saberse su historia, nadie se relaciona con otro porque sabe sus cosas, hay tantos ídolos, artistas, deportistas o cualquier otra actividad, pero no los asumo como mi propio estilo porque no he estado adheridos a esos ídolos. Pero sí me parezco a mi padre o a mi madre porque hemos tenido relación profunda de cercanía, de comunicación, de cariño, llevo incorporado los genes que me identifican, en todo está el ADN que descubre quien es mi familia.
La vid y los sarmientos están en esa dimensión más profunda, nos mueven a hacer todo con un estilo marcado por la fuerza del cariño. Los amigos de Jesús se han identificado con él en su manera de comprender la realidad y de acompañarla para que sea mejor cada día. Es por eso por lo que nuestra tarea pastoral cumple su objetivo cuando ayuda a la humanidad a mirar cual es el sentido de su existencia. Cuando puede traspasar la realidad material y llegar a una realidad espiritual, que nos permita descubrir en los demás y en uno mismo esa dimensión que no podemos ver sino con los ojos del corazón. De ahí que no seamos una ONG como nos decía el Papa, porque no hacemos cosas buenas, sino que enseñamos, practicamos, mostramos como testimonio que el amor del Señor está “en” nosotros. El amor del Señor corre por nuestras venas como la sangre. Somos los sarmientos adheridos a la vid porque nos hemos dejado amar en toda nuestra verdad, sin la savia que nos recorre y nos alimenta no podemos vivir. Es una invitación a tener una experiencia personal con Jesús, conocerlo, sentirlo, experimentarlo, testimoniarlo; pero el gran detalle final es que se vive de manera comunitaria. Es una sola vid, pero los sarmientos no viven solos, no se alimentan solos, tendrían que ser otra vid u otra especie, que ya no sería Cristo.
Pidamos por cada una de nuestras comunidades, que a pesar de la pandemia siguen dando testimonio de adhesión celebrando a través de plataformas virtuales, pero con el corazón esperando el encuentro verdadero, acompañando a los más necesitados y vulnerables, a los migrantes y a los jóvenes y niños para que se llenen de la savia que nutre y alimenta.
Domingo 2 de mayo, Quinto domingo de Pascua.