P. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó
Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?”. Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: <<Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa>>. Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y Él se asombraba de su falta de fe (Marcos 6, 1-6).
Recuerdo una anécdota que comentaba nuestro obispo ya fallecido, don Carlos González, de un artista que tallaba hermosos motivos y alguien le pidió tallar un Cristo en un tronco seco que había en su casa. Le quedó tan bonito que lo instalaron en una capilla para que la gente fuera a rezar ante él. Todos admiraban el Cristo y se arrodillaban con fervor para entregarle sus necesidades y agradecimiento en la oración. El tallador solía pasar también, pero, no tenía la misma compostura que los demás, hasta que alguien le llamó la atención por su actitud poco respetuosa a lo que el hombre dijo: <<¡Y por qué me voy a arrodillar si yo lo conocí naranjo!>>.
El Padre Pagola nos ayuda a leer este texto con su profunda reflexión: “El relato no deja de ser sorprendente. Jesús fue rechazado precisamente en su propio pueblo, entre aquellos que creían conocerlo mejor que nadie. Llega a Nazaret y nadie sale a su encuentro, como sucede a veces en otros lugares. Tampoco se le presentan a los enfermos de la aldea para que los cure.
Su presencia solo despierta en ellos asombro. No saben quién le ha podido enseñar un mensaje tan lleno de sabiduría. Tampoco se explican de dónde proviene la fuerza curadora de sus manos. Lo único que saben es que Jesús es un trabajador nacido en una familia de su aldea. Todo lo demás <<les resulta escandaloso>>.
Jesús se siente <<despreciado>>: los suyos no lo aceptan como portador del mensaje y la salvación de Dios. Se han hecho una idea de su vecino Jesús y se resisten a abrirse al misterio que se encierra en su persona. Jesús les recuerda un refrán que, probablemente, conocen todos: <<No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa>>.
Al mismo tiempo <<se extraña de su falta de fe>>. Es la primera vez que experimenta un rechazo colectivo, no de los dirigentes religiosos, sino de su pueblo. No se esperaba esto de los suyos. Su incredulidad llega incluso a bloquear su capacidad de curar: <<No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó a algunos enfermos>>.
Marcos no narra este episodio para satisfacer la curiosidad de sus lectores, sino para advertir a las comunidades cristianas que Jesús puede ser rechazado precisamente por quienes creen conocerlo mejor: los que se encierran en sus ideas preconcebidas sin abrirse ni a la novedad de su mensaje ni al misterio de su persona.
¿Cómo estamos acogiendo a Jesús los que nos creemos <<suyos>>? ¿No vivimos demasiado indiferentes a la novedad revolucionaria de su mensaje? ¿No es extraña nuestra falta de fe en su fuerza transformadora? ¿No corremos el riesgo de apagar su Espíritu y despreciar su profecía?” (“El camino abierto por Jesús”, pág.112-113, PPC).
O muchas veces nos acostumbramos tanto a ser de Iglesia que hemos perdido el sentido del misterio y nos creemos que el cumplir es para los otros y no para nosotros. Existe tanta familiaridad que ya no nos impresiona nada.
Pidamos al Señor mismo que nos dé esa capacidad de asombro ante su cercanía en cada hermano o hermana que conocemos desde siempre y que ha crecido gracias a su esfuerzo, a su estudio, a la ayuda y apoyo de muchos otros, de quienes vamos formando una comunidad de hermanos y amigos. Que esa alegría del crecimiento de los hermanos nos regale mucho más compromiso, cuidado, valoración de los otros para construir su Reino.
Décimo cuarto domingo del año, 7 de julio 2024.