“…Escucha de Dios, hasta escuchar con él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama” (Papa Francisco).
Han sido más de siete meses de caminar juntos en el Sínodo de la Sinodalidad, convocado por el Papa Francisco. En este tiempo se ha tratado de involucrar a la mayor cantidad de personas, como parte de la etapa diocesana del Sínodo marcada por la fase de escucha. Es así que el Pueblo de Dios ha participado a través de dos metodologías: la dinámica “Démosle otra vuelta” y las preguntas “Metan la cuchara”.
Cabe recordar que el proceso sinodal es, ante todo, un proceso espiritual. No es un ejercicio mecánico de recopilación de datos, ni una serie de reuniones y debates. La escucha sinodal ha estado orientada al discernimiento. Nos exige aprender y ejercitar el arte del discernimiento personal y comunitario: Nos escuchamos unos a otros, escuchamos nuestra tradición de fe, y los signos de los tiempos para discernir lo que Dios nos dice a todos.
Por medio del compartir y de las reflexiones, opiniones y respuestas surgidas en “Démosle otra vuelta” y “Metan la cuchara”, se han erigido algunos pilares o intuiciones del Espíritu Santo en la Iglesia diocesana de Talca ha sido agrupado en el documento de consenso en tres grandes aspectos:
Fe en Jesucristo • La Fe en Jesucristo es el fundamento de la vida personal y eclesial: puerta de entrada y causa de nuestra comunión. Nuestra experiencia de encuentro con el Señor por medio de “la oración y la Palabra”: nos moviliza a la conversión que se manifiesta en una adhesión de vida al Señor Jesús y nos hace actuar de manera coherente con sus enseñanzas en nuestra vida personal, eclesial y social. • Es importante una Formación integral y permanente, que permita una renovación. • La necesidad de la formación, contando con más instancias que apoyen la integración de la fe y la vida diaria, respondiendo a los tiempos actuales, por lo que resulta vital una renovación de la formación que se entrega a través de la catequesis y aquella orientada a los agentes pastorales (consagrados y laicos). • Como respuesta a los nuevos tiempos, parece importante formarnos para la escucha y el discernimiento, como actitudes necesarias para el día de hoy y, a partir de ellas, hacer comunidad entre los miembros de la Iglesia. |
• La reforma de nuestra vida eclesial se vuelve necesaria en medio del cambio de época para poder ser fieles al Evangelio. • La Iglesia a través de los siglos, movida por el Espíritu Santo, ha sabido modificar sus estructuras para dar testimonio de Jesús muerto y resucitado, un desafío particular de nuestra generación, sobre todo para crear mayor participación en las decisiones que afectan la vida de la Iglesia. • Participación inclusiva, transversal y diversa, con especial conciencia del lugar que tienen que ocupar los Jóvenes y Mujeres. • Actitudes claves y necesarias para el cambio: en comunión, diálogo, respeto, apertura, discernimiento, escucha. • Los cambios que surgen tendrán que estar encaminados al cultivo de la fe y tener como horizonte el anuncio de ésta en la misión, dando más importancia al SER que al HACER. • Los Consejos Pastorales Parroquiales y el Consejo Pastoral Diocesano emergen como las estructuras más adecuadas para que estos cambios se lleven a cabo con una mayor participación. |
• La Fe recibida es un tesoro. A partir de ella, nos reconocemos llamados, como Pueblo de Dios, como bautizados, a compartirla en nuestra época. • El modo de hacerlo es siendo nosotros una Iglesia que sale al encuentro, de puertas abiertas, que acoge, que escucha, que genera vínculos y es cercana. • Buscamos, movidos por el Espíritu Santo, anunciar a Jesucristo con nuestra vida, con el testimonio, manera de relacionarnos. • Nos abre al futuro y permite que no nos encerremos en nuestras comunidades y preconcepciones del mundo. • Nos pone en salida y en actitud de servicio, para salir al encuentro de aquellas personas que se sienten más lejos, que se han alejado en el último tiempo y que se han sentido discriminadas por la Iglesia y requieren acogida. • La transmisión de la fe en la familia decae fuertemente, esto exige un discernimiento participativo y atento a nuestra realidad para buscar nuevos métodos de anuncio del Evangelio. • La Catequesis, requiere una constante renovación, para responder a los nuevos tiempos, que nos exigen proactividad y dar protagonismo a los catequistas, quienes deben cultivar la actitud de escucha y diálogo, como signos de acogida a todas las personas que se acercan a la Iglesia y que necesitan de un espacio abierto para hacer comunidad. (Ministerio del Catequista). • Será importante que la liturgia responda a las vivencias de las personas, recogiendo lo que sucede a nuestro alrededor, a nuestro entorno, para hacerla cercana e invite a acercarse a ella y participar en comunidad y así celebrar la vida. |
En Asamblea Sinodal Diocesana del 4 de junio quedó claro que el Sínodo de la Sinodalidad no concluye con esta fase de escucha. Todo lo caminado anterior al Sínodo en nuestra diócesis, en la Iglesia chilena y en la Iglesia Latinoamericana es parte de un todo, es un caminar que como Pueblo de Dios debemos seguir haciendo. No olvidando que el proceso diocesano es el que la lleva…
Juntos buscamos el consenso:
Buscamos los “gritos”, pero también los “susurros”,
pues a veces esa es la forma de la profecía.