El tema central del Consejo Pastoral Diocesano (CPD) del 16 de noviembre fue la comunidad, siendo positivamente valorado por quienes se dieron cita en este encuentro.
La actividad tuvo lugar en el Instituto Santa Marta de Curicó reuniendo a cerca de 50 representantes de diversas instancias de nuestra Diócesis de Talca. Esta jornada comenzó con la oración a cargo de la Hna. María Elena Navarro, religiosa del Prado, quien invitó a los presentes a reflexionar sobre la homilía del papa Francisco de la misa de clausura del Sínodo de la Sinodalidad.
Seguidamente se compartieron cuatro experiencias de vida comunitaria en nuestra diócesis, que se expresan en servicio a los demás: el comedor solidario de la parroquia Santa Teresita de Talca, un grupo misionero que comparte la Palabra de la comunidad P. Hurtado en la parroquia San Juan Bautista de Curicó, el coro de la parroquia de Villa Prat que acompaña velorios, y la vida social y comunitaria de los encargados del santuario de Nuestra Señora de las Mercedes de Limávida. Todas estas exposiciones fueron muy bien valoradas por los integrantes del CPD, agradeciendo esta instancia.
Tras esto se invitó al padre Nelson Chávez Díaz, Vicario General de nuestra diócesis, a realizar una reflexión en torno a la comunidad parroquial, con la intención de proyectar el trabajo comunitario, partiendo de la base que la comunidad es una experiencia de comunión.
Teniendo presente estos dos insumos se invitó a los participantes a reunirse en grupos para reconocer gestos, actitudes y acciones que nos hacen ser más una comunidad de discípulos misioneros de Jesús, y a la vez actitudes que nos hacen ser poco comunidad de discípulos misioneros. También había oportunidad de preguntarse sobre los llamados que surgen de este reconocer.
Después del compartir en un plenario, nuestro pastor Mons. Galo Fernández dijo “ser comunidad en la Iglesia, es algo esencial. La Iglesia es comunidad con lo bueno y lo malo que eso pueda significar. Parte de la misión que tenemos es hacer al mundo comunidad, a nuestras familias, que el barrio y la patria sean comunidad, y por Dios hoy lo necesitamos. Como Iglesia tenemos que ser escuela de comunidad, humanidad y participación para el mundo”.
“Me surge una pregunta, ¿qué es primero?, ¿el huevo o la gallina? Lo digo en el sentido de que buenas personas, con el corazón modelado al estilo de Jesús, construyen preciosas comunidades. Pero también preciosas comunidades forman buenas personas, que son un gran aporte (…) Sigamos haciendo camino con comunidades que van aprendiendo a formar personas, para que personas que tienen el corazón transformado por el amor puedan colaborar a armar comunidad, y que al mismo tiempo sean expansivas para que en el barrio prime la luz del amor del Señor”, concluyó el padre Galo.