El templo catedral recibió en la mañana de este lunes 12 de mayo a diferentes autoridades de la comuna y de la región, así como también a representantes de los colegios de Talca.
La misa fue presidida por el obispo Galo Fernández, e inició con la procesión de los estandartes de los colegios y la entrada al templo del pastor. Como primer momento se leyó una reseña histórica de cómo fueron los primeros pasos de la fundación de la Villa San Agustín de Talca, y de la influencia de religiosos como los Agustinos, Franciscanos, entre otros para su fundación.
Luego de las lecturas del día, monseñor Fernández se dirigió a los presentes aseverando que “desde el origen de la creación, Dios ha querido que vivamos junto a otros. Nos hizo para compartir, nacemos hijos, somos hermanos, construimos familia y de algún modo la ciudad no es otra cosa, sino la extensión de la familia. La ciudad está llamada a ser la gran familia que nos acoge, que nos cuida, que nos protege”.
“Me parece que iluminador lo que nos regalan las escrituras que habla del pastor que cuida, que protege y nos hace presente la responsabilidad de todas las autoridades, pero en definitiva de todos nosotros, que en distintos grados y en distintos roles tenemos que vivir cuidando del otro. Y pienso que nos gira en una mirada tristemente moderna, en donde parece que la búsqueda del bien individual es lo único que importa y donde corrompe todas las cosas, todos los servicios, por esa búsqueda ensimismada del bien personal. Al contrario, el evangelio nos llama a esa búsqueda del bien de todos”.
De igual forma, el obispo hizo un llamado a dejar de lado esa cultura individualista y a perseguir con más fervor la fraternidad.
“Esa cultura individualista, que en vez de andar buscando la fraternidad busca solo el éxito personal, y que carcome tantas cosas, que genera violencia en los barrios. El mal tan grave del narcotráfico que parece es como un cáncer que sigue destruyendo personas jóvenes, adultos, carcomiendo nuestra convivencia. El virus de la falta de justicia y equidad que segrega de manera tan dolorosa el modo y las posibilidades de vida. Pero aquí estamos, conscientes de nuestros desafíos, dispuestos a caminar con fe, con alegría, superando la confianza, escuchándolo fraternamente para poder construir una ciudad y por qué no un país donde haya respeto, alegría, dignidad para todos los hijos e hijas de esta tierra”.
“Que el Señor nos acompañe y nos bendiga en esta fiesta de Talca. Alegrémonos de estar aquí juntos aun con nuestras visiones diversa, pero que lejos de ser confrontación, son la oportunidad de integrarnos para construir un país, una ciudad más hermosa, más acogedora para todos los que en ella habitan”.
Ya para el momento del ofertorio, se presentó una imagen de la reconstrucción del Mercado Central de Talca, como parte del patrimonio de la ciudad, también dos jugadores de Rangers de Talca, entregaron un balón de futbol, como signo de que la ciudad será sede del Mundial Sub 20, en septiembre. Y por supuesto pan y vino.
Antes de la bendición final, nuestro pastor diocesano agradeció a cada persona que hace posible que la ciudad funcione y deseó un buen porvenir para Talca.
“Gracias por los padres, madres de familia, que son los primeros en construir la ciudad, construyendo su propia familia para que la vida siga floreciendo. Gracias por todos los que tienen responsabilidades en los diversos espacios desde el alcalde, a cada uno de los funcionarios de todos organismos municipales, a tantas juntas de vecinos también, organismos públicos y privados, y a todos los que contribuyen por nuestra ciudad”.