P. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó
Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido. Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde está escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Entonces comenzó a decirles. “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír” (Lucas 1, 1-4; 4, 14-21).
Para Lucas, lo clave de su Evangelio será poner por escrito su testimonio y transmitirlo a su amigo Teófilo, quien, al parecer, es un personaje importante o bien un catecúmeno por la frase que invita a conocer la seriedad de lo aprendido. Es este evangelio la historia de una persona y de todo lo que ha realizado para dar a conocer una verdad. El relato pasa de la lectura de Isaías a Jesús: Todos quedaron con la vista fija en él. Y cerrando el libro solo dice: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la escritura que acaban de oír”. No tiene más predicación, solo el relato que nos hace conscientes de lo que Dios mismo quiere vivir con los hombres y mujeres del mundo. Su palabra recoge lo que proclama el profeta haciéndolas propias, dando a entender que su actuación estará en una línea de cercanía con las realidades de dolor que gritan a nuestro lado para erradicarlas, para que no nos asusten ni nos dominen.
Al parecer todas las personas esperan que se les entreguen fórmulas para poder salir adelante en todas las preocupaciones que tienen, y surgen ahí todo tipo de ritos que a veces complican la vida más que facilitar porque para estar cerca de Dios no se requiere un protocolo muy especial. Los signos litúrgicos de la Iglesia que parten desde el nacimiento con la presentación, luego bautismo, etc.., son una magnífica expresión de agradecimiento y de adhesión a quien nos ha comunicado una palabra de vida eterna.
Para Jesús, la vida de un judío es más que pura religión, es una escucha que hace concreta y real la palabra de Dios. Por eso “hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. Luego él mismo lo dirá: “No he venido a cambiar ni una coma de la ley, sino a darle pleno cumplimiento”.
En esa línea se puede comprender este pasaje que Lucas nos comparte. El espíritu está presente en la persona y en la sociedad con esas densas situaciones que nos obligan a responder desde lo que Jesús nos ha indicado y que son los signos de los tiempos, que cuando miramos bien nos hacen llamados profundos de transformación de las relaciones personales y comunitarias para que todos lleguen a conocer, así como Teófilo, el rostro verdadero y amable del Señor que tiene una mirada transformadora para cada situación de opresión y de dolor que nos toca enfrentar.
Pidamos ser iluminados por su sabiduría y su amistad para tener esa disposición de servicio a nuestro mundo a veces tan obstinado en ser perfecto en asuntos no tan esenciales y poco preocupado de ser atento, inclusivo, hermano, amigo; que sí cambian la vida, la historia del mundo.
Tercer domingo del año, 26 de enero 2025.