P. Luis Alarcón Escárate
Vicario de Pastoral Social y Talca Ciudad
Párroco de Los Doce Apóstoles y Capellán Univ. Santo Tomás
“Los fariseos se reunieron para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: <<Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque Tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?>>. Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: <<Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto>>. Ellos le presentaron un denario. Y Él les preguntó: <<¿De quién es esta figura y esta inscripción?>>. Le respondieron: <<Del César>>. Jesús les dijo: <<Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios>>”.
Nos encontramos hoy con un texto que ha sido difícil de entender en la historia. Para muchos aparece como difícil relación entre la fe y la política. O entre la Iglesia y los políticos. Muchas veces los políticos usan la iglesia o lo religioso para defender su causa. Y como nos dice el Padre Pagola: “Con frecuencia no se valora debidamente el importante quehacer del político ni se le ayuda a descubrir el papel que la fe puede jugar en su tarea.
El proyecto del reino de Dios que pone en marcha Jesús busca promover una transformación profunda de la convivencia humana y está, por ello, llamado a tener una repercusión política, en el sentido amplio de la palabra, que es promover el bien común de la sociedad.
Pero, por otra, Jesús no utiliza el poder para llevar adelante su proyecto, y por ello se aleja de la “política” en el sentido moderno de la palabra, que es el uso técnico del poder para estructurar la convivencia. El reino de Dios no se impone por el poder, la fuerza o la coacción, sino que penetra en la sociedad por la siembra y la acogida de valores como la justicia, la solidaridad o la defensa de los más débiles.
Este episodio del tributo al César es iluminador. La respuesta de Jesús dice así: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Es un error creer que estas palabras traen como significado la separación entre política y religión, como si una fuera interesada por los problemas terrenales y la otra de las cosas espirituales. Su sentido es otro. A Jesús le preguntan por los derechos del César, pero él responde recordando los derechos de Dios, por los que nadie le ha preguntado. La moneda lleva la imagen del César, pero el ser humano es “imagen de Dios”, y su dignidad de hijo de Dios no debe quedar sometida a ningún César.
El político cristiano no debe utilizar nunca a Dios para legitimar sus posturas partidistas; la fe cristiana no se identifica con ninguna opción de partido, pues los valores evangélicos pueden promoverse desde mediaciones técnicas diversas. Pero esto no significa que se deba arrinconar la fe al ámbito de lo privado. El evangelio le ofrece al político cristiano una inspiración, una visión de la persona y unos valores que puedan orientar y estimular su quehacer. El gran reto para él es cómo hacer políticamente operativos en la vida pública esos valores que defiendan al ser humano de cuanto lo puede deshumanizar” (P. Pagola, “El camino abierto por Jesús”).
Domingo 22 de octubre, Mateo 22, 15-21.