Así lo aseveró monseñor Galo Fernández, en la misa de las 20:00 horas por San Sebastián este jueves 20 de marzo, desde su santuario en Talca.
Como es tradición cientos de fieles acudieron durante todo el día para orarle a este santo tan querido en nuestro país, y también pagar sus mandas. La última misa del día se celebró a las 20:00 horas y fue presidida por el obispo de la Diócesis de Talca, el padre Galo Fernández.
Durante su homilía expresó que “nos reúne la memoria de un mártir, de un mártir de la primera hora de la iglesia, de un mártir que enfrentó con valentía su testimonio de fe, curioso la palabra mártir significa ante todo testigo. Nosotros sabemos que mártir nos habla de sufrimiento, pero es que precisamente aquel que ha sido capaz de sufrir por Cristo, ha sido el que da testimonio de una manera radical”.
Así mismo, nuestro pastor se mostró conmovido de tanta devoción y cariño que se le tiene a este santo.
“Su testimonio de fe llevado hasta el extremo nos conmueve. Nos habla de Cristo, hay algo cercano entre este mártir atado a una columna y flechado, y Jesucristo atado a la cruz y crucificado”.
“Se dice que San Sebastián se atrevió a hablar y defender la fe y se negó a idolatrar al emperador, podía respetar al emperador romano en cuanto a autoridad mundana, política, pero no reconocerla como Dios y tuvo el coraje, la valentía de poder sostener su fe”.
Para concluir sus palabras, el obispo hizo una invitación a no tener miedo a lo que pueda matar el cuerpo sino más bien temer a lo que pueda matar el alma.
“Sebastián no tuvo temor a los que pueden dañar en esta tierra nuestro cuerpo. Y tal vez por eso la primera palabra que nos tiene que resonar en un tiempo en que vivimos con dificultades, es no quedar paralizados por ellas”.
“Roguemos por nuestro mundo, nuestro país, nuestro mundo que enfrenta tantas dificultades y violencias que humanamente hay tantos motivos para temer, pero sostenidos en Jesús y en su amor enfrentamos con coraje los desafíos del tiempo y cuidamos y alentamos nuestra fe”.
La celebración culminó con el traslado de la imagen de San Sebastián a la gruta donde permanece durante todo el año y recibe a sus fieles.