Con un templo catedral abarrotado por todos los fieles que vinieron a acompañar a sus sacerdotes, se vivió esta importante celebración el miércoles 16 de abril, desde las 19:00 horas.
Al iniciar la Eucaristía, entraron en procesión diáconos, sacerdotes y nuestro obispo, monseñor Galo Fernández Villaseca, junto a las ánforas con los santos óleos para su posterior consagración y bendición. Luego se realizaron las lecturas correspondientes y el obispo se dirigió a todo el pueblo de Dios presente.
En su homilía, dedicada principalmente a los sacerdotes nuestro pastor diocesano aseveró que “esta es una celebración preciosa. Sin duda, una de las más hermosas de nuestra vida diocesana, siempre esperada. ¡Qué fiesta! Reúne prácticamente a todas las comunidades de esta extensa diócesis, algunas venidas de muy lejos con el propósito de acompañar y alentar a sus pastores en el momento que pronuncian el sí de su disponibilidad renovada a la vocación pastoral que han recibido”.
“Los sacerdotes vienen a renovar las promesas que hicieron el día de la ordenación. Primero y ante todo el compromiso de cuidar y cultivar el vínculo de estrecha comunión con quién es la fuente del ministerio sacerdotal. Jesucristo sumo y eterno sacerdote (…) Lo hermoso es que no renuevan sus promesas a solas, sino acompañado del pueblo en favor del cual se comprometen, acompañados y alentados por ello quienes en este acto de algún modo manifiestan su gratitud por la generosidad de su entrega e interceden por ello”.
Memoria agradecida
El obispo prosiguió diciendo que renuevan su entrega en un año particular, pero además haciendo memoria agradecida de tantos que dieron su vida al servicio de esta diócesis: “Año del centenario de nuestra Iglesia Diocesana y Año Jubilar, especialmente dedicado a la esperanza cristiana la que no defrauda. El centenario nos invita a reconocernos herederos de una historia que siendo humana está envuelta en la gracia del Dios que camina con nosotros”.
“Desde la fundación de la diócesis ha habido tantos pastores que han derramado su vida sirviendo al Evangelio. Sus obispos han sido solo cuatro en el transcurso de estos 100 años, cada uno de ellos grabó en nuestra Iglesia rasgos particulares que configura nuestra identidad eclesial. Tendríamos que dedicar mucho tiempo a descubrir lo que cada uno nos dejó. Estamos agradecidos de cada uno de ellos, unidos a ellos en comunión. También una multitud de sacerdotes han ofrecido lo mejor de sí mismo en la ruta de estos 100 años. Me alegra mucho escuchar continuamente la memoria viva de tantos de ellos”.
A propósito de esto, el obispo resaltó el signo que se apreciaba en los laterales del templo catedral, donde se colocaron fotos de varios sacerdotes muy queridos que entregaron su servicio en nuestra diócesis y han partido al encuentro del Señor. Finalizó sus palabras agregando que “el testimonio de tantos nos alienta y nos convoca a asumir los desafíos de nuestro tiempo, los cambios que experimenta nuestro mundo son inmensos y complejos”.
Promesas sacerdotales
Seguidamente los presbíteros renovaros sus promesas sacerdotales, respondiendo con un ‘sí, quiero’, a las consultas del obispo, y se inició la liturgia eucarística con la presentación de las ánforas que contienen los óleos de los enfermos, los catecúmenos y el Santo Crisma. También se presentó las vestimentas sacerdotales como signo de la vida de tantos sacerdotes que han consagrado su vida por anunciar la Buena Noticia, el logo centenario de la diócesis, como signo de su fundación desde el año 1925 y el pan y el vino.
Antes de la comunión los diáconos presentaron el ánfora con los óleos de los enfermos, para que el obispo lo bendijera. Entregada la comunión también se presentó el óleo de los catecúmenos para su bendición, y por último el obispo consagró el Santo Crisma que se utiliza durante el año para los bautizos, confirmaciones y orden sagrado.
Otro momento que se vivió durante la celebración fue la entrega del libro centenario que recorre nuestra diócesis, a agentes pastorales de la Zona Costa para que empiece su recorrido, por parte del Vicario de Talca Rural, el padre Raúl García.
Ya antes de la bendición final, se leyó la oración por las vocaciones sacerdotales para pedir por más trabajadores para la cosecha del Señor.