Hasta el Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes de Limávida llegaron los sacerdotes de la Diócesis de Talca para celebrar el jubileo, durante la jornada del jueves 7 de agosto.
La actividad comenzó con la procesión hasta el santuario mariano. Previo a ingresar al templo se hizo el hermoso gesto de plantar un olivo, en memoria de todos los sacerdotes, religiosos y religiosas que han partido al encuentro del Señor, pero que han dejado huella en nuestra diócesis.
Luego se celebró la eucaristía presidida por el obispo de Talca, Mons. Galo Fernández, quien expresó que “seguimos siendo peregrinos de esperanza, es lo que se nos ha propuesto para este año jubilar”.
Recordando el ejemplo de San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, el padre Galo mencionó “que un pastor no se mide por las obras que pueda levantar, como edificios o templos, tampoco por su capacidad de organizar, sino por el amor y el bien al pueblo que se la ha encomendado. Si hay una interrogación vital que nos tenemos que hacer es ¿cómo está ese amor para la gente a la que se sirve?”.
“Pedro y los doce no fueron elegidos en virtud de sus méritos, sino por virtud de la gracia de Dios. Pablo diría más adelante que Dios los escogió no en vista a los méritos, sino en virtud de sus fragilidades, para hacer ver que es su gracia la que sostiene esta Iglesia. Nosotros tendríamos que decir lo mismo, no fuimos llamados porque éramos santos, fuimos llamado por la gracia de Dios”, aseveró nuestro pastor diocesano.
“Que como peregrinos de esperanza podamos seguir con nuestro ministerio confiados en que el Señor conduce la barca y que, aunque los tiempos puedan parecer complejos, el mismo sabe suscitar el fuego del evangelio”, concluyó el obispo.
Luego de la comunión, el padre Mauricio Jacques, Vicario del Clero, agradeció al padre Hernán Vergara y a la comunidad de Limávida por la acogida a los presbíteros de la diócesis.
La actividad finalizó con una fotografía en la entrada del santuario de Limávida y un compartir de todos los sacerdotes.
