P. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal de Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás de Curicó
“Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: <<Me voy y volveré a ustedes>>. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean” (Juan 14, 23-29).
En todos los grupos humanos se da la situación de que nos acostumbramos a esquemas, a rutinas, a palabras, etc.; que si alguien quiere introducir algo nuevo nos molesta y normalmente esa persona nueva termina retirándose de ese grupo, o bien permanece, pero en una actitud pasiva, se transforma en alguien que no aporta porque terminó hastiado y lo único que quiere es retirarse en paz.
Muchas instituciones están padeciendo hoy una crisis profunda: la iglesia, el parlamento, los militares y carabineros, el poder judicial; por nombrar algunas. Todos los que requieren una estabilidad en su manera de actuar y de ver las cosas se ven hoy remecidos por la sociedad que ha tomado la delantera a partir de los medios tan variados de comunicación como son wasap, Facebook, Instagram y otros. Que van siendo relatores de lo que sucede en el día a día sin mayor reflexión más que delatar o mostrar buenas o malas noticias y no pocas veces “falsas noticias”. Seguramente la paz que se vivía en la estabilidad no era tan verdadera porque se han descubierto debajo de la alfombra de muchos una realidad distinta. Se ve algo uniforme, pero en lo interior hay dobles vidas, vicios, abusos, etc.
Por lo tanto, es muy necesario aprender a leer lo que las comunidades nos van diciendo hoy día con sus anuncios y denuncias.
No está fuera de lo que el mismo Jesús nos ha propuesto. Su vida ha sido transparente, nos ha mostrado al Padre en todo su quehacer por lo que los seguidores no harán sino continuar esa forma de vida. La paz se obtiene en la medida en que se es fiel a lo que nos hemos comprometido. Tiene un valor inmenso hacerlo porque hay convicción, amor verdadero. Pero ayuda saber que hay un mundo nuevo que te mira, te fiscaliza, te exige, te plantea nuevos desafíos y la vocación de un cristiano es responder a esas exigencias con una actitud de servicio comprendiendo que es una inspiración del Espíritu que te habla y te desafía cada día a ser un aporte a la paz del mundo.
Todos los cristianos, sin excepción, estamos en la mira de los demás. No hay cristianos “de a pie” como dicen algunos. Tenemos una misión que brota de nuestro “ser de Cristo”, una tarea que se debe cumplir en lo diario de nuestra vida familiar y en el testimonio que se da en el trabajo o en la sociedad entera en la cual nos movemos. Nuestra claridad y transparencia aporta a la paz del mundo en el cual vivimos. Las personas necesitan muchas veces ejemplo, y quien lo puede dar si no somos los que podemos ver un poco más, para que muchos sean testigos del gran amor del Señor y de las obras del Espíritu en el mundo.
Sexto domingo de pascua, 25 de mayo 2025.