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03 Jun2025

“Discípulos mayores de edad”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

“Jesús dijo a sus discípulos: “Así está escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto. Y Yo les inviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto”. Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania, y elevando sus manos los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Los discípulos, que se habían postrado delante de Él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios” (Lucas 24, 46-53).

Estamos cerca de culminar este tiempo pascual, el recuerdo de la resurrección de Jesús y su triunfo sobre las fuerzas del mal y del pecado. Pero que no es solo recuerdo de manera pasiva, sino que es la “exaltación” y “glorificación” de manera real y con honor junto al Padre Dios.

Los discípulos seguramente han experimentado este acontecimiento como la superación del tiempo de duelo que normalmente tienen las personas ante la pérdida de un ser querido. No queremos quedar solos, pero es algo evidente: mi papá ya no está, mi hermano se ha ido, mi esposa partió; es un dolor gigantesco que marca una crisis profunda y que obliga a replantearse la continuidad, la vida misma.

Los discípulos, sin Jesús, se volvieron hacia sí mismos, volvieron a su oficio anterior de ser pescadores, dejaron su itinerancia de predicadores junto con su Maestro para anunciar un Reino Nuevo y se cobijaron en los recuerdos y en el calor de un lugar que solo los mantenía tranquilos, pero no seguros ni los hacía crecer en esta nueva etapa.

En el mismo Jesús encuentran el sentido a su existencia. Habiendo sanado las heridas del cuerpo y del espíritu, se disponen a caminar solos, ahora como adultos en la fe. Tenemos como herencia la Palabra y la compañía de nuestro Maestro. Su vida continúa con nosotros, por lo tanto, se abren a la tarea de hacer presente su Reino, de manera creativa y concreta. No son solo enseñanzas de tipo intelectual, sino que es una propuesta de ser y de vivir en el mundo.

El evangelio de Jesús es una propuesta de actitudes para enfrentar la vida personal y política, la manera de organizar la sociedad para que cada hombre y mujer sea actor principal. Que se dé la inclusión, el respeto, la valoración de todas las expresiones humanas para que nos sintamos verdaderamente en nuestro hogar.

En el nombre de Jesús, los Apóstoles se disponen a recorrer el mundo proponiendo su mensaje para enriquecer las culturas, para llevar paz y alegría al corazón de los hombres y mujeres del mundo.

Es un punto crucial en la vida de la comunidad que le permite usar su madurez y creatividad en la evangelización. Ya no estamos amarrados a lo que nos digan, sino que podemos discernir, mirar la realidad en que estamos y descubrir los nuevos llamados y las nuevas iniciativas pastorales para que la iglesia pueda responder a las grandes interrogantes del mundo en el siglo veintiuno. Es un irse para quedarse más dentro de todos.

El Padre Fredy Peña Tobar nos dice en su reflexión de este domingo que “la Ascensión implica una “despedida o fin del tiempo pascual”, pero también es una “promesa”: Jesús regresa al cielo e intercede por su Iglesia. En nuestro tiempo hablar del cielo puede parecer anacrónico o alienado. No obstante, anhelar el cielo es nuestra gran esperanza, puesto que la vocación cristiana se fragua en querer ser santos y estar con Dios para siempre”.

La Ascensión del Señor, 1 de junio 2025.

Diseño, Edición y Producción: Departamento de Comunicación Social.
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