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14 Mar2025

“Éste es mi Hijo, el elegido”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él. Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: <<Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías>>. Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: <<Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo>>. Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto (Lucas 9, 28-36).

Estamos viviendo el tiempo de cuaresma que es muy importante en la experiencia cristiana porque nos conduce a una dimensión de fe muy profunda. Nos mueve a reconstruir nuestra adhesión personal a Jesucristo.

Mucha gente se plantea este tiempo como un momento en el cual se hacen méritos para conquistar el favor de Dios. Todavía queda en muchos la religiosidad en la cual cada uno se “rasca con sus uñas”, es decir, se dedica a cumplir ciertos preceptos o a realizar determinados procedimientos de fe para sentir que “se ganó el cielo”.

Este texto tiene un sentido teológico muy profundo, nos ayuda, además, en lo práctico a comprender que “todo es don de Dios”. Es decir, nos devuelve a la comprensión de que Dios ya ha hecho todo por nosotros. El ungido de Dios, el que es presentado hoy en la transfiguración, nos muestra cuál es su tarea en la historia humana. Viene a cumplir el deseo de su Padre que quiere que todos los hombres se salven. Es la misión que conversa con Elías y con Moisés.

El tiempo de cuaresma para todo bautizado es la invitación a mirar la propia misión como un don de Dios que nos mueve a purificar y a entrar en la dinámica de conversión para que nuestra vida, que hace presente a Cristo, pueda ser un aporte concreto a la renovación del mundo en el cual vivimos.

La fe no puede ser solo un reconocimiento intelectual ni moral, sino que es la experiencia práctica de compromiso con el trabajo artesanal de hacer producir la tierra, eso significa todo el desafío de devolverle su potencial germinador de semillas. Es comprender que la consecución de cualquier logro en la vida implica el movimiento humano inspirado por Jesucristo para que en todos los ámbitos se destaque el rostro brillante y amable, transfigurado del Señor.

Este tiempo litúrgico por lo tanto es de abrirse a todas las dimensiones del seguimiento para que en la línea del profeta y del liberador, cada uno, viva su tarea íntegramente.

El ungido de Dios nos ha asociado a su misión, el bautismo que renovamos en la gran liturgia de Pascua nos permite transfigurar nuestro propio rostro. Nos hace misioneros del Reino en un mundo que abandona a Dios, que desconfía de las instituciones, pero de todos modos las necesita. Nuestra Iglesia transfigurada se enriquece con los rostros de hombres y mujeres que ven a Jesús como su Señor y caminan con él hacia la resurrección.

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA, 16 de marzo 2025.

07 Mar2025

Vivir llenos del Espíritu

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante estos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: <<Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan>>. Pero Jesús le respondió: <<Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan>>. Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: <<Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregado, y yo los doy a quien quiero. Si Tú te postras delante de mí, todo esto te pertenecerá>>. Pero Jesús le respondió: <<Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él solo rendirás culto>>. Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: <<Si Tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: Él dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra>>. Pero Jesús le respondió: <<Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios>>. Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de Él, hasta el momento oportuno (Lucas 4, 1-13).

Hemos iniciado un nuevo camino cuaresmal. Es un tiempo oportuno para calibrar la brújula de nuestra existencia ya que como hemos reflexionado en ocasiones anteriores, a veces nos cuesta tener silencio o encuentro personal, encuentro con el misterio, con la persona de Jesús que nos conoce y que nos invita a compartir sus pasos que tienen que ver con el bien de las personas y en definitiva de toda la humanidad incluido el planeta en el cual vivimos.

Si estamos en un tiempo de crisis con respecto a la fe, será también necesario reconocer que incluso nos cuesta creer en el demonio. Lo hemos caricaturizado con esas imágenes de un personaje con cuernos y una larga cola con punta de flecha y una horqueta en la mano con la cual va ensartando a quienes “se han portado mal” para lanzarlos al lugar del castigo eterno. Caricatura que lo convierte en el más moralista de los seres ya que debiera premiar a los que están en sintonía con sus intereses y no castigar. Es decir, lo han transformado en un antagonista que realiza aquello que Dios designa a los que no se han ganado el cielo, lo ponen como un sirviente de Dios, que hace solo lo que él le ordena.

Es decir, lo hemos sacado también de nuestro pensamiento y actuamos como sin temor de nada que huela a dios o diablo, estamos por encima de esos seres porque nos valemos por nosotros mismos.

Hoy, el texto bíblico nos ayuda a reflexionar que el demonio actúa de manera muy cercana, sutil y atractiva para el hombre o mujer de todos los tiempos. Está muy dentro de nuestro corazón, o de nuestra conciencia para cumplir con aquellos deseos que siempre nos han gustado: tener riquezas, tener poder, tener fama.

Jesús se ve tentado a cumplir su vida por medio de esos caminos, así también nosotros que podríamos usar todo lo que está a nuestro alcance para ponernos por encima de los demás. Hemos sido testigos de que los poderosos son “dueños de playas”, merecen respeto porque “son alguien con título”, son de muy “buena familia”, etc., pero el camino de Jesús viene marcado por una fuerza mayor que tiene como base el amor recibido, y que le impulsa a “amar verdaderamente”. Ese sentimiento profundo le permite discernir los caminos que recorrerá.

El hombre amado no necesita riquezas en exceso, sino lo suficiente para vivir bien como los derechos humanos nos proponen; el poder no sirve si no es para estar disponible en toda necesidad del mundo.

Pidamos para que esta cuaresma nos ayude a ver bien lo que el demonio nos propone y saber eludir sus tentaciones respondiendo desde el amor que Dios nos tiene.

Primer domingo de Cuaresma, 9 de enero 2025.

24 Ene2025

¿Cuál es mi historia con Jesús?

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido. Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde está escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Entonces comenzó a decirles. “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír” (Lucas 1, 1-4; 4, 14-21).

Para Lucas, lo clave de su Evangelio será poner por escrito su testimonio y transmitirlo a su amigo Teófilo, quien, al parecer, es un personaje importante o bien un catecúmeno por la frase que invita a conocer la seriedad de lo aprendido. Es este evangelio la historia de una persona y de todo lo que ha realizado para dar a conocer una verdad. El relato pasa de la lectura de Isaías a Jesús: Todos quedaron con la vista fija en él. Y cerrando el libro solo dice: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la escritura que acaban de oír”. No tiene más predicación, solo el relato que nos hace conscientes de lo que Dios mismo quiere vivir con los hombres y mujeres del mundo. Su palabra recoge lo que proclama el profeta haciéndolas propias, dando a entender que su actuación estará en una línea de cercanía con las realidades de dolor que gritan a nuestro lado para erradicarlas, para que no nos asusten ni nos dominen.

Al parecer todas las personas esperan que se les entreguen fórmulas para poder salir adelante en todas las preocupaciones que tienen, y surgen ahí todo tipo de ritos que a veces complican la vida más que facilitar porque para estar cerca de Dios no se requiere un protocolo muy especial. Los signos litúrgicos de la Iglesia que parten desde el nacimiento con la presentación, luego bautismo, etc.., son una magnífica expresión de agradecimiento y de adhesión a quien nos ha comunicado una palabra de vida eterna.

Para Jesús, la vida de un judío es más que pura religión, es una escucha que hace concreta y real la palabra de Dios. Por eso “hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. Luego él mismo lo dirá: “No he venido a cambiar ni una coma de la ley, sino a darle pleno cumplimiento”.

En esa línea se puede comprender este pasaje que Lucas nos comparte. El espíritu está presente en la persona y en la sociedad con esas densas situaciones que nos obligan a responder desde lo que Jesús nos ha indicado y que son los signos de los tiempos, que cuando miramos bien nos hacen llamados profundos de transformación de las relaciones personales y comunitarias para que todos lleguen a conocer, así como Teófilo, el rostro verdadero y amable del Señor que tiene una mirada transformadora para cada situación de opresión y de dolor que nos toca enfrentar.

Pidamos ser iluminados por su sabiduría y su amistad para tener esa disposición de servicio a nuestro mundo a veces tan obstinado en ser perfecto en asuntos no tan esenciales y poco preocupado de ser atento, inclusivo, hermano, amigo; que sí cambian la vida, la historia del mundo.

Tercer domingo del año, 26 de enero 2025.

17 Ene2025

El vino de la alegría y el amor que perdura

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Pero su madre les dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que Él les diga”. Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos que contenían unos cien litros de agua cada una. Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de agua estas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. “Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete”. Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y, como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y, cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento”. Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él (Lucas 2, 1-11).

Estamos recién iniciando un tiempo nuevo en este segundo domingo de treinta y cuatro semanas en la cual no hay mayor mensaje o palabra para el hombre de hoy que la buena noticia de Jesús que, resucitado, continúa haciendo el bien en medio de la comunidad tal como lo ha venido realizando en todos los siglos de la historia.

La presencia de Jesús se da en las grandes situaciones humanas, como en estas bodas de Caná. No es una caracterización para una liturgia religiosa. Su actuación tiene que ver con el acompañamiento de todas las inquietudes de la vida humana, desde el nacer hasta el morir. Toca la tierra en la cual se siembra la semilla para que brote un fruto fresco y abundante que luego será transformado en harina y en pan que alimenta a toda la sociedad. Para los que creen verdaderamente en Jesús todo tiene esa dinámica.

La intención de Cristo es la alegría que compartida es más alegría, las penas compartidas son menos penas. Porque no debería darse, como se ha dado, una dicotomía en el actuar de las personas. Que dicen una cosa y hacen totalmente otra. El hombre y mujer que conoce a Jesús, lo hemos dicho muchas veces, se configura con Cristo y lo hace presente en todas las instancias humanas.

El signo de las Bodas de Caná es el inicio del ministerio público de Jesús. De ahora en adelante se irá predicando por los pueblos y campos la buena noticia del Reino que se identifica con una fiesta de bodas: con la alegría que provoca en la unidad familiar. Su predicación tiene que ver con una manera de vivir, por esa razón su petición de silencio ante los signos que realiza en otras ocasiones, ya que la conversión pasa por una verdadera adhesión a su vida y no asombro y cercanía por lo que puedo “sacar” de su persona.

En todas las instancias de la vida humana, sobre todo cuando se inician en lo familiar, en lo laboral, en los estudios, etc.; se parte con esperanza, y no puede ser que fallen al momento de empezar. Cuando ha habido soberbia en los humanos, generalmente han sucedido hechos lamentables.

En las bodas de Caná se acercan a Jesús, movidos por la palabra de su madre. Ella lo impulsa a comenzar su tarea de bien y parte con los grandes contenedores de agua para la purificación, que son convertidos en vino. No solo purifican, sino que alegran el corazón y provocan que esa relación que se inicia esté acompañada y bendecida por el mismo hijo de Dios, que no lo conocíamos, pero que luego lo reconocemos por el bien que nos ha hecho.
Pidamos al mismo Señor que siga regalándonos su amistad, su cercanía; sus signos de esperanza.

Segundo domingo del año, 19 de enero 2025.

10 Ene2025

“Tú eres mi Hijo muy querido”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan Bautista no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”. Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección” (Lucas 3, 15-16. 21-22).

Como en otras ocasiones, me ha parecido muy lúcida la reflexión del Padre Pagola, de tal modo que he querido compartirla con ustedes: “El Bautista no permite que la gente lo confunda con el Mesías. Conoce sus límites y los reconoce. Hay alguien más fuerte y decisivo que él. El único al que el pueblo ha de acoger. La razón es clara. El Bautista les ofrece un bautismo de agua. Solo Jesús, el Mesías, los "bautizará con el Espíritu Santo y con fuego".

A juicio de no pocos observadores, el mayor problema de la Iglesia es hoy "la mediocridad espiritual". La Iglesia no posee el vigor espiritual que necesita para enfrentarse a los retos del momento actual. Cada vez es más patente. Necesitamos ser bautizados por Jesús con su fuego y su Espíritu.

En no pocos cristianos está creciendo el miedo a todo y, a todo lo que pueda llevarnos a una renovación. Se insiste mucho en la continuidad para conservar el pasado, pero no nos preocupamos de escuchar las llamadas del Espíritu para preparar el futuro. Poco a poco nos estamos quedando ciegos para leer los "signos de los tiempos".

Se da primacía a certezas y creencias para robustecer la fe y lograr una mayor cohesión eclesial frente a la sociedad moderna, pero con frecuencia no se cultiva la adhesión viva a Jesús. ¿Se nos ha olvidado que él es más fuerte que todos nosotros? La doctrina religiosa, expuesta casi siempre con categorías premodernas, no toca los corazones ni convierte nuestras vidas.

Abandonado el aliento renovador del Concilio Vaticano II, se ha ido apagando la alegría en sectores importantes del pueblo cristiano, para dar paso a la resignación. De manera callada pero palpable va creciendo el desafecto y la separación entre la institución eclesial y no pocos cristianos.

Es urgente crear cuanto antes un clima más amable y cordial. Cualquiera no podrá despertar en el pueblo sencillo la ilusión perdida. Necesitamos volver a las raíces de nuestra fe. Ponernos en contacto con el Evangelio. Alimentarnos de las palabras de Jesús que son "espíritu y vida".

Dentro de unos años, nuestras comunidades cristianas serán muy pequeñas. En muchas parroquias no habrá ya presbíteros de forma permanente. Qué importante es cuidar desde ahora un núcleo de creyentes en torno al Evangelio. Ellos mantendrán vivo el Espíritu de Jesús entre nosotros. Todo será más humilde, pero también más evangélico.

A nosotros se nos pide iniciar ya la reacción. Lo mejor que podemos dejar en herencia a las futuras generaciones es un amor nuevo a Jesús y una fe más centrada en su persona y su proyecto. Lo demás es más secundario. Si viven desde el Espíritu de Jesús, encontrarán caminos nuevos”. Hasta aquí el Padre Pagola.

Una de las conversiones que debemos tener presente en estos tiempos es la que el Papa Francisco nos ha dicho cuando nos invita al Sínodo de los Obispos: aprender a vivir en Sinodalidad, que es una actitud de todos los que formamos la Iglesia. Y hoy que ya estamos finalizando este Sínodo, estamos en año Jubilar, es importante el poder recibir el bautismo, disponernos en actitud de servicio para hacer presente a Cristo en el mundo de una manera nueva comprometida, transformadora.

El bautismo del Señor, 12 de enero 2025.

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