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25 Sep2024

Servidores como Jesús

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario episcopal Curicó Ciudad y Rural
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: <<El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte resucitará>>. Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: <<¿De qué hablaban en el camino?>>. Ellos callaban porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: <<El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos>>. Después tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: <<El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquél que me ha enviado>> (Marcos 9, 30-37).

Quiero saludar en este domingo a todos los habitantes de nuestro país, que las celebraciones recién vividas se hayan dado en un ambiente de respeto y de cuidado de todas las personas y de nuestra casa común, que siempre sufre con la basura y el descuido de todos. En un nuevo contexto en el cual estamos siendo convocados a votar en varios cargos comunales y regionales, el evangelio viene a ser una invitación a descubrir la manera de disponerse ante tan importantes encargos que la ciudadanía les entregará. Me parece que cualquier servidor público debe ser un “místico”, una persona que sabe disponerse a la escucha de las grandes necesidades de las personas y oír lo que de verdad se está diciendo y luego ver si es posible entregar con realismo y con lo que significa la interpretación de las palabras que muchas veces se pronuncian.

Jesús continúa enseñándole a los discípulos acerca de su vida futura, será apresado y crucificado. Dentro de su palabra está la esperanza de que puedan entender lo que significa su sacrificio.

Ya comentábamos la semana pasada cuán difícil es comprender el mensaje de Jesús para sus discípulos que creen que todo está en las mismas categorías del mundo, donde la religión tiene que ver con hacer mérito para lograr algunos beneficios y para ello realizo sacrificios personales o como en el antiguo Israel, entregaba animalitos que con su muerte me favorecían a la hora de la premiación. Jesús no sigue esa línea, ya que para él su gran descubrimiento pasa por comprender que Dios es Amor, que es un Padre siempre atento a sus amigos y está presto para entregarles todo lo que tiene.

Tampoco tiene que ver con la premiación que hacen los políticos a los que han trabajado con él y reciben beneficios porque han sido fieles o para mantenerlos al lado de su bando. La vida del Reino de Dios tiene otra lógica, una justicia que no logramos comprender. Como los obreros de la última hora, aquellos que han llegado al final del día reciben el mismo sueldo que los que han llegado a primera hora.

Para Jesús la filiación con su persona es lo que define la participación en el Reino de Dios. Y para ello no se necesitan las actitudes prepotentes o que se ponen por encima de los otros por su conocimiento o riqueza. Sino que las actitudes son las del discípulo que siempre está aprendiendo. Las del niño que no hace diferencia de clases ni de su poder ante los demás, sino que recibe todo con un corazón agradecido.

La discusión de los discípulos se va a lo más insignificante, que es el beneficio personal y no lo que se consigue con las actitudes que ya comentábamos, que tiene una dimensión universal. Una apertura total a la llegada del reino tiene que ver con la dimensión del servicio, los que mandan no son los que dan las órdenes, sino que obedientes a lo que el Espíritu inspira en una comunidad, saben interpretarla y responder de manera verdadera, profunda y respetuosa a lo que de verdad se necesita. Es común ver que todos los elegidos en cualquier cargo público se pongan un poco soberbios y esperan honores, saludos, reconocimiento; cuando me parece que el más sencillo, el necesitado, el que tiene situaciones dolorosas y no es reconocido, es quien debe ser obedecido por esa sola razón. Nuestra Iglesia debiera ser ese espacio de cercanía y amistad. Es la que muestra en todos los continentes que su presencia dignifica y atiende con cariño a todos, por eso también soporta sufrimientos y calumnias.

Pidamos al Señor Jesús que nos regale un corazón abierto al don de Dios.

Vigésimo quinto domingo del año, 22 de septiembre 2024.

13 Sep2024

“¿Quién dice la gente que soy yo?”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario Episcopal Curicó Ciudad y Rural
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas». «Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?». Pedro respondió: «Tú eres el Mesías». Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de Él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: «Retírate, ve detrás de mí, ¡Satanás! ¡Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!». Entonces, Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará». (Marcos 8, 27-35)

En una importante tarea misionera, Jesús, va caminando con sus discípulos dialogando de muchos temas en los cuales tienen dudas y al igual que hoy la gente más cercana dice cosas que jamás se ha pensado siquiera decir: el padre lo ordenó; son instrucciones del párroco; o a veces opiniones de tipo personal que se entregan a los que consultan o son misionados y que no siempre son de acuerdo con la doctrina que el magisterio enseña porque lo ha discernido, lo ha rezado, lo ha descubierto a partir de la palabra revelada de Dios que está contenida en las Sagradas Escrituras. Y se enseñan como cosas ciertas infinidad de pecados, de condenas, de penas que no están siquiera en el pensamiento del Padre Dios.

Para Jesús es vital dejar muy en claro lo que significa su ministerio. Pero para ello es un deber el mostrarles su verdad. Contarles quién es el Hijo del Hombre y lo que significa el anuncio que realiza. Su mensaje habla del amor del Padre y de su cercanía a los más pobres, a los más sencillos de su tiempo, a los excluidos; y ese mensaje resulta un escándalo para los judíos ya que se consideraba un premio de Dios el que tuviera riquezas o salud y castigo el que padecía pobreza o dolor. Pero la vivencia concreta nos enseña que al parecer la riqueza no siempre es virtuosa cuando ha sido a expensas de los más pobres ya que entonces ese culto es hipócrita y su denuncia trae consigo la persecución, lo que vislumbra Jesús. En esas condiciones seguramente los discípulos tendrán miedo y se echarán atrás, como se ha visto en la historia y en tiempos actuales.

Por otro lado, aparece Pedro, que por cuidar a Jesús y seguramente su propia vida, le pide que no diga esas cosas. Pero hacer eso implica impedir el paso del Espíritu. Es frenar la vivencia de una vocación por lo que pudiera suceder.

Se nos invita a tener siempre la actitud valiente y decidida de anunciar el Evangelio a todos no importando lo que pudiera suceder: hoy son muchos los cristianos perseguidos en tantos lugares del mundo especialmente en Medio Oriente, por ellos hacemos oración; muchos de ellos han debido morir sin siquiera plantearse esta pregunta, solo han nacido en un país que no respeta los pensamientos ni la fe de otros.

Estamos llamados a ser hombres y mujeres que abren los caminos para que el Evangelio transite libre en medio de nosotros. Que la palabra de Jesús sea dicha como anuncio y denuncia de todo lo que impide a las personas vivir como tales. Porque si las personas callan las piedras hablarán, nos dirán en la entrada de Jesús a Jerusalén.

Un saludo a todos quienes construyen nuestra patria, que estos días sean de sano encuentro familiar y que podamos reconocer nuestras raíces, nuestras tradiciones que se expresan de un modo nuevo en el siglo veintiuno.

Vigésimo cuarto domingo del año, 15 de septiembre 2024.

06 Sep2024

“Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: <<Efatá>>, que significa: <<Ábrete>>. Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: <<Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos>> (Marcos 7, 31-37).

En tiempos de campañas políticas solemos interpretar todo con el color que cada uno tiene en cuanto a ideología, es por eso que se hace necesario aprender a leer la historia con los ojos de Jesús que no tiene más objetivo que hacer la voluntad del Padre, el único criterio es ése, y las sanaciones nos llevan a descubrir cuáles son las sorderas que padecemos y quienes podrán hacernos oír y otras gustar el Reino de Dios.

Les dejo la reflexión del Padre José Pagola, que nos orienta de modo muy sencillo y profundo para luego aplicar en las cosas concretas de la vida los cambios que se requieren para avanzar en lo que todos anhelamos. Nos dice el Padre Pagola: “La curación de un sordomudo en la región pagana de Sidón está narrada por Marcos con una intención claramente pedagógica. Es un enfermo muy especial. Ni oye ni habla. Vive encerrado en sí mismo, sin comunicarse con nadie. No se entera de que Jesús está pasando cerca de él. Son otros los que lo llevan hasta el Profeta.

También la actuación de Jesús es especial. No impone sus manos sobre él como le han pedido, sino que lo toma aparte y lo lleva a un lugar retirado de la gente. Allí trabaja intensamente, primero sus oídos y luego su lengua. Quiere que el enfermo sienta su contacto curador. Solo un encuentro profundo con Jesús podrá curarlo de una sordera tan tenaz.

Al parecer, no es suficiente todo aquel esfuerzo. La sordera se resiste. Entonces Jesús acude al Padre, fuente de toda salvación: mirando al cielo, suspira y grita al enfermo una sola palabra: "Efatá", es decir, "Ábrete". Esta es la única palabra que pronuncia Jesús en todo el relato. No está dirigida a los oídos del sordo sino a su corazón.

Sin duda, Marcos quiere que esta palabra de Jesús resuene con fuerza en las comunidades cristianas que leerán su relato. Conoce bien lo fácil que es vivir sordos a la Palabra de Dios. También hoy hay cristianos que no se abren a la Buena Noticia de Jesús ni hablan a nadie de su fe. Comunidades sordomudas que escuchan poco el Evangelio y lo comunican mal.

Tal vez uno de los pecados más graves de los cristianos de hoy es esta sordera. No nos detenemos a escuchar el Evangelio de Jesús. No vivimos con el corazón abierto para acoger sus palabras. Por eso, no sabemos escuchar con paciencia y compasión a tantos que sufren sin recibir apenas el cariño ni la atención de nadie.

A veces se diría que la Iglesia, nacida de Jesús para anunciar su Buena Noticia, va haciendo su propio camino, olvidada con frecuencia de la vida concreta de preocupaciones, miedos, trabajos y esperanzas de la gente. Si no escuchamos bien las llamadas de Jesús, no pondremos palabras de esperanza en la vida de los que sufren.

Hay algo paradójico en algunos discursos de la Iglesia. Se dicen grandes verdades, pero no tocan el corazón de las personas. Algo de esto está sucediendo en estos tiempos de crisis. La sociedad no está esperando "doctrina social" de los especialistas, pero escucha con atención una palabra clarividente, inspirada en el Evangelio de Jesús cuando es pronunciada por una Iglesia sensible al sufrimiento de las víctimas, y que sabe salir instintivamente en su defensa invitando a todos a estar cerca de quienes más ayuda necesitan para vivir con dignidad”.

Vigésimo tercer domingo del año, 8 de septiembre 2024.

30 Ago2024

“Su corazón está lejos de mí”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Matriz
Vicario Episcopal Curicó Ciudad y Rural
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: <<¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?>>. Él les respondió: <<¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos”. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres>>. Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: <<Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre (Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23).

“Jesús no busca ignorar las tradiciones de su pueblo, sino combatir el concepto legalista acerca de lo puro e impuro de su época. Las autoridades religiosas lo critican porque aducen que es infiel a la Tradición. Pero el Señor denuncia la evidente manipulación de la Palabra de Dios. Este pueblo me honra con los labios, pero… En los tiempos de Jesús, la misión de la Torah era ser guía para el israelita en su encuentro con Dios (la Torah es la ley del pueblo de Israel). Sin embargo, Jesús denuncia que se confunde esa normativa liberadora con tradiciones puramente humanas de los maestros de la Ley y fariseos que terminan esclavizando y matando el espíritu de la propia Ley.

Cuando Jesús enseña acerca de lo puro e impuro, no lo hace en sentido ritual sino moral y personal, apelando a la conciencia del hombre ante Dios. Además, responde a las críticas basándose en la tradición profética que condenaba la hipocresía del culto sin justicia y de creyentes de la Palabra pero sin coherencia de vida (Cf. Is 1, 10-18; Jer 7, 1-28). Por eso el Señor insiste en que la impureza no es un problema del cuerpo sino del corazón. Es una cuestión del interior, que a menudo manifiesta una hipocresía cultural o un culto vacío, porque se esconde lo que se piensa y se siente.

Para amar a Dios en espíritu y en verdad se necesita un corazón limpio. Pero a veces, como creyentes estamos más preocupados en tener el agua bendita, en realizar tal o cual peregrinación, en no olvidar el rosario o las meditaciones diarias, cosas buenas todas, pero que si no tienen incidencia en la vida solo esconden el fariseo que llevamos dentro. Por eso una fidelidad a Dios no puede contentarse con unas cuantas observancias externas, ya que de nada sirven si en nuestra vida cotidiana no damos claros ejemplos del amor a Dios y de una auténtica conversión.” (P. Fredy Peña Tobar; “La Liturgia cotidiana”)

Quise compartir este texto del Padre Fredy porque nos deja muy claro el concepto de pureza espiritual, que no es lo mismo que estar limpio y bañados externamente. Todos conocemos personas muy valiosas que realizan trabajos en los cuales deben ensuciarse: en el campo, en un taller de vehículos, en la construcción, en una feria de productos agrícolas, etc.; pero que manifiestan una honestidad, un cariño por la vida, respetando a las personas, siendo un ejemplo para sus hijos y vecinos, son participantes de nuestras comunidades cristianas y allí entregan un mensaje de Jesús a otros con gran fidelidad y, desde su propia experiencia logran aportar a la transformación de las personas que crecen a su lado. Como bien dice Jesús no es lo que entra lo que ensucia al hombre sino lo que sale de él. Y en este caso surge bondad, cariño, evangelio.

Y conocemos algunas personas impecables en su vestir y en su hablar que engañan, prometen cosas, involucran a otros en sus maquinaciones y dejan a los demás en las mismas condiciones de vida de antes. Muchas veces más pobres y sin esperanzas.

Vigésimo segundo domingo del año, 1 de septiembre 2024.

23 Ago2024

“Las palabras que les he dicho son espíritu y son vida”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: <<¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?>>. Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: <<¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará entonces cuando vean al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen>>. En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: <<Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede>>. Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: <<¿También ustedes quieren irse?>>. Simón Pedro le respondió: <<Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios>> (Juan 6, 60-69).

Quiero invitarles en este domingo a reflexionar con un texto del Padre Pagola, que nos mueve a pensar en lo que ocurre en este tiempo actual. En tiempos de crisis, siempre quedamos en la disyuntiva de seguir por la misma senda o recurrir a otra. Hay muchos consejeros espirituales que dicen que en momentos como estos más vale no tomar decisiones porque se necesita hacer un profundo discernimiento para reorientar la ruta.

En el texto de Jesús, se da la crisis en los apóstoles porque las exigencias del Maestro no las pueden cumplir a cabalidad. Es más, en su duda, algunos comienzan a alejarse de él. Solo Pedro, responde de manera precisa: “Solo tú tienes palabras de vida eterna”, no tenemos a nadie a quien seguir, sino sólo a ti.

Nos dice el Padre Pagola: “En la sociedad moderna vivimos acosados por palabras, comunicados, imágenes y noticias de todo tipo. Ya no es posible vivir en silencio. Anuncios, publicidad, noticiarios, discursos y declaraciones invaden nuestro mundo interior y nuestro ámbito doméstico.

Esta «inflación de la palabra» ha penetrado también en algunos sectores de la Iglesia. Hoy los eclesiásticos y los teólogos hablamos y escribimos mucho. Quizá más que nunca. La pregunta que nos hemos de hacer es sencilla: ¿Qué capta la gente en nosotros?, ¿palabras «llenas de espíritu y vida», como eran las de Jesús, o palabras vacías?

A lo largo de los años he oído muchas críticas a la predicación de la Iglesia. Se nos acusa de poca fidelidad al evangelio o al magisterio del Papa, de alianza con una ideología política de un signo o de otro, de poca apertura a la modernidad... Intuyo que no pocos que se alejan hoy de la Iglesia quieren saber si, al menos para nosotros, nuestras palabras significan algo.
La palabra de Jesús era diferente. Nacía de su propio ser, brotaba de su amor apasionado al Padre y a los hombres. Era una palabra creíble, llena de vida y de verdad. Se entiende la reacción espontánea de Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna».
Muchos hombres y mujeres de hoy no han tenido nunca la suerte de escuchar con sencillez y de manera directa sus palabras. Su mensaje les ha llegado, muchas veces desfigurado y distorsionado por demasiadas doctrinas, fórmulas ideológicas y discursos poco evangélicos.
Uno de los mayores servicios que podemos realizar en la Iglesia es poner la persona y el mensaje de Jesús al alcance de los hombres y mujeres de nuestros días. Ponerles en contacto con su persona. La gente no necesita escuchar nuestras palabras sino las suyas. Sólo ellas son «espíritu y vida».

Es sorprendente ver que, cuando nos esforzamos por presentar a Jesús de manera viva, directa y auténtica, su mensaje resulta más actual que todos nuestros discursos”.

Pidamos en este domingo que cada uno de nosotros pueda encontrar en Jesús el fuego que encendió el corazón del Padre Hurtado y lo podamos traspasar a muchos durante este mes de la solidaridad.

Vigésimo primer domingo del año, 25 de agosto 2024.

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