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23 May2025

“El que me ama será fiel a mi palabra”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal de Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás de Curicó

“Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: <<Me voy y volveré a ustedes>>. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean” (Juan 14, 23-29).

En todos los grupos humanos se da la situación de que nos acostumbramos a esquemas, a rutinas, a palabras, etc.; que si alguien quiere introducir algo nuevo nos molesta y normalmente esa persona nueva termina retirándose de ese grupo, o bien permanece, pero en una actitud pasiva, se transforma en alguien que no aporta porque terminó hastiado y lo único que quiere es retirarse en paz.

Muchas instituciones están padeciendo hoy una crisis profunda: la iglesia, el parlamento, los militares y carabineros, el poder judicial; por nombrar algunas. Todos los que requieren una estabilidad en su manera de actuar y de ver las cosas se ven hoy remecidos por la sociedad que ha tomado la delantera a partir de los medios tan variados de comunicación como son wasap, Facebook, Instagram y otros. Que van siendo relatores de lo que sucede en el día a día sin mayor reflexión más que delatar o mostrar buenas o malas noticias y no pocas veces “falsas noticias”. Seguramente la paz que se vivía en la estabilidad no era tan verdadera porque se han descubierto debajo de la alfombra de muchos una realidad distinta. Se ve algo uniforme, pero en lo interior hay dobles vidas, vicios, abusos, etc.

Por lo tanto, es muy necesario aprender a leer lo que las comunidades nos van diciendo hoy día con sus anuncios y denuncias.

No está fuera de lo que el mismo Jesús nos ha propuesto. Su vida ha sido transparente, nos ha mostrado al Padre en todo su quehacer por lo que los seguidores no harán sino continuar esa forma de vida. La paz se obtiene en la medida en que se es fiel a lo que nos hemos comprometido. Tiene un valor inmenso hacerlo porque hay convicción, amor verdadero. Pero ayuda saber que hay un mundo nuevo que te mira, te fiscaliza, te exige, te plantea nuevos desafíos y la vocación de un cristiano es responder a esas exigencias con una actitud de servicio comprendiendo que es una inspiración del Espíritu que te habla y te desafía cada día a ser un aporte a la paz del mundo.

Todos los cristianos, sin excepción, estamos en la mira de los demás. No hay cristianos “de a pie” como dicen algunos. Tenemos una misión que brota de nuestro “ser de Cristo”, una tarea que se debe cumplir en lo diario de nuestra vida familiar y en el testimonio que se da en el trabajo o en la sociedad entera en la cual nos movemos. Nuestra claridad y transparencia aporta a la paz del mundo en el cual vivimos. Las personas necesitan muchas veces ejemplo, y quien lo puede dar si no somos los que podemos ver un poco más, para que muchos sean testigos del gran amor del Señor y de las obras del Espíritu en el mundo.

Sexto domingo de pascua, 25 de mayo 2025.

16 May2025

“Ámense los unos a los otros”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal de Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás de Curicó

“Durante la última Cena, después que Judas salió, Jesús dijo: Ahora el Hijo del Hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: Ámense los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros” (Juan 13, 31-35).

En este domingo volvemos a leer el pasaje de la Ultima Cena de Jesús con sus discípulos y aparece fuertemente la relación de cariño profundo que tiene con estos amigos que se ha elegido y que lo han acompañado en toda la región de Galilea, incluso saliendo a otros pueblos y llegando finalmente a Jerusalén, el centro de toda la vida política y religiosa judía: allí funciona todo. En ese lugar es donde culmina su peregrinar para convertir el corazón de su país, para abrirle los ojos a la novedad del Reino que él predica y lo hace no solo con palabras, sino con el testimonio de su propia vida.

La manera de culminar la misión terrena no será la mejor, ya que como hemos visto hace pocos días, la semana santa que celebramos recuerda el martirio de Jesús en la cruz y la sorpresa de la resurrección será el acontecimiento que provoca un renacer de la fe en los discípulos y su compromiso para toda la vida con la Buena Noticia.

Mirando este momento de la última cena con el conocimiento de la resurrección de Jesús, podemos admirar el delicado cariño con el cual el maestro trata a sus discípulos en un momento crucial. Los anima a tener un estilo de vida que haga la diferencia en el mundo en el cual viven. De una religión que solamente vive de ritos sin sentido ni aporte a la vida concreta de las personas, los lleva a identificarse por la fuerza renovadora y creadora del amor. Una fe que se fortalece en la comunidad que acompaña y que sabe valorar a cada uno, también en la corrección fraterna cuando se equivoca el camino. Esa experiencia religiosa es aporte a un mundo que requiere compañía y consuelo en muchos aspectos. Un discipulado que piensa en la historia que vive y descubre sus necesidades, así como sus grandezas, se enriquece con el aporte de aquellos que hacen suyos los valores de Jesús. Serán hombres y mujeres que fruto del amor recibido y expresado entre ellos cuidan el mundo en el cual se mueven, mejoran la calidad de la tierra en la cual se cultivan los alimentos que necesitamos para el futuro, serán capaces de renovar toda la vida y la historia.

La religión del futuro tiene una expresión en las calles, en los centros de dolor humano como son los hospitales u hogares de ancianos o personas de la calle. En la actividad juvenil del cuidado de las costas y de los bosques, de largas caminatas que valoren el reino de Dios, el mundo en el cual estamos. El arte que expresa a través de la música y de la pintura y de muchas otras lo que el corazón humano siente y que se refleja en las expresiones de nueva humanidad respetuosa de sí misma y de los otros.

El amor de Jesús se siente en el encuentro de los amigos en la conversación relajada y en el compartir un alimento que nos fortalece y nos da la energía para construir mañana en una nueva misión. Que siempre es de salida, nunca del encierro.

Quinto domingo de pascua, 18 de mayo 2025.

09 May2025

“Mis ovejas escuchan mi voz”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal de Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás de Curicó

“Jesús dijo: Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa” (Juan 10, 27-30).

Durante el año pastoral suceden acontecimientos que se entrecruzan y nos ayudan a reflexionar enriqueciendo la visión de Dios y ayudándonos a vivir de mejor manera nuestra vida de fe.

Hoy es uno de ellos. En el mundo occidental se invita a recordar a las madres y en Chile, por decreto supremo 1.110 de 1976 el 10 de mayo está fijado para celebrar y reivindicar el papel de la madre en la sociedad. Por razones comerciales se ajusta la fecha y hoy 11 de mayo las celebramos con cariño. Creo, y siempre lo he dicho, que es injusto un solo día para quienes nos han llevado en su seno y han llorado lágrimas de amor por cada uno de los hijos desde el nacer hasta acompañarlos en el camino de crecer y de muchas veces, separarnos de ellas para hacer nuestra “propia vida”. He de reconocer que siempre vuelvo a la casa de mis padres donde cada uno de ellos tienen la sabiduría de los años y el amor por los hijos que los hacen verdaderos pastores para las ovejas a veces un poco desobedientes.

Un buen pastor tiene ese corazón materno que sabe estar siempre al lado de sus ovejas-hijos para mostrarles el agua fresca y el pasto tierno en el cual pueden saciar su sed y alimentarse para vivir bien y para realizar su propia historia.

Las ovejas conocen a su pastor. Escuchan su voz. Hoy, con pena vemos situaciones en las cuales el rebaño no reconoce al pastor. No lo escucha ni lo obedece.

Es una llamada de atención para revisar su manera de ser pastor, de volver a centrar su vista y sus actitudes en Jesucristo. Que él sea el centro de nuestra vida.

Recordamos, además, a tantos pastores que han hecho un inmenso bien a nuestra vida espiritual en la diócesis. Han sido el rostro de Jesucristo para tantas personas en todos los rincones de la actividad humana : don Manuel Larraín, don Carlos González, el Padre Enrique Correa en la zona costa de la diócesis, el Padre Guido Lebret en Talca; los hermanos de la Inmaculada Concepción del Barrio Oriente que iniciaron el ahorro en las familias sencillas y construcción de casas dignas, las religiosas de Nevers y del Prado, que llenaron de alegría evangélica el mundo rural diocesano y todavía continúan en la zona de Pelarco, son solo algunos de un inmenso número de hombres y mujeres que han compartido su vida y muchos han fallecido en medio de nosotros habiendo hecho su tarea.

Creo que es muy necesario el invitar en cada familia a tantos jóvenes con ideales inmensos de querer seguir a Jesús como su Maestro y Señor, para que en él tengan vida y se constituyan en los pastores buenos que acercan el rebaño a Cristo. Con respeto, delicadeza por los procesos personales y con tolerancia respecto de sus situaciones existenciales de hoy.

Aprovecho de rezar para que aumenten los seminaristas diocesanos que se forman en el Seminario Pontificio de Santiago: que sean muchos jóvenes los que se integren a este camino de servicio a los demás para dar testimonio del amor de Dios y de la presencia de Jesús en nuestro mundo, ya que de las familias surge la vocación cuando los animan a buscar lo que los hará felices y no siempre será una vida solamente profesional o familiar, sino que el disponerse delante de Jesús para ser enviado a la misión es motivo de inmensa alegría para quien ha sabido responder.

Cuarto domingo de Pascua

03 May2025

“¡Es el Señor!”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal de Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás de Curicó

“Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: <<Voy a pescar>>. Ellos le respondieron: <<Vamos también nosotros>>. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: <<Muchachos, ¿tienen algo para comer?>>. Ellos respondieron: <<No>>. Él les dijo: <<Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán>>. Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: <<¡Es el Señor!>>. Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban solo unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: <<Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar>>. Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: <<Vengan a comer>>. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: <<¿Quién eres?>>, porque sabían que era el Señor” (Juan 21, 1-19).

Estamos en el tercer domingo de Pascua. Y Juan nos sigue relatando encuentros de Jesús resucitado con los discípulos que al parecer han vuelto a su casa, a su antigua labor de pescadores. ¿Será que, en el duelo por la pérdida de su maestro, se han tenido que devolver sin tener ninguna labor importante? ¿Han vuelto a ser simples pescadores, porque es lo que sabían y ahí están en su hábitat?

Todos, cuando perdemos a alguien, nos refugiamos en lo conocido, en lo que sentimos más seguridad. Para Pedro y los otros discípulos, el lago es el sitio ideal para reponerse y volver a darle sentido a su vida que ha tenido un cambio tan violento con la muerte de quien los había entusiasmado en un proyecto que llamaba El Reino de Dios.

El proyecto truncado los ha dejado inmóviles; temerosos y sin iniciativa.

La aparición de Jesús en la orilla del lago les despierta nuevamente la ilusión. Y al recibir la orden de tirar la red a la derecha es como un nuevo nacimiento a la vida de la comunidad que sigue a su Señor. Se empieza a repetir la historia del llamado, pero ahora con certezas que los harán actuar con mayor seguridad porque pueden ver a quien los había movido a caminar por todo el país como “ayudantes” en una tarea apasionante y peligrosa. Hoy vuelven a encontrarse con el Resucitado que los alimenta y los fortalece para emprender una ruta en la cual se apoyarán en la fe y en la vivencia de la comunidad que ha sido testigo privilegiado de lo que Dios ha realizado con Jesucristo.

Para Pedro, la vida ahora tiene una nueva responsabilidad, porque si antes ha negado tres veces a Jesús, hoy confirma su fe tres veces y, además, se le anuncia su destino último. Ya no puede temer. Tampoco los apóstoles que tienen como tarea el seguir siendo discípulos misioneros de Jesús, pero ahora resucitado y vencedor. Por lo tanto, hablarán y actuarán con la convicción de lo que han visto y oído.

Su único sentido en la vida de ahora en adelante es Cristo. Su única tarea el anuncio de Cristo. Su único sentido será llegar a Cristo. Y cada uno lo será de manera privilegiada.

Que esa fe de los apóstoles nos permita a nosotros cultivar la vida comunitaria. En ella se crece, se alimenta, se afirman las convicciones.

Tercer domingo de Pascua, 4 de abril 2025.

25 Abr2025

“No seas incrédulo, sino hombre de fe”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

“Al atardecer del tercer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo:<<¡La paz esté con ustedes!>>. Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: <<¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes>>. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: <<Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan>>. Tomás, uno de los Doce, de sobre nombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: <<¡Hemos visto al Señor!>>. Él les respondió: <<Si no veo la marca de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré>>. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: <<¡La paz esté con ustedes!>>. Luego dijo a Tomás: <<Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe>>. Tomás respondió: <<¡Señor mío y Dios mío!>> Jesús le dijo: <<Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!>>. Jesús realizó además muchos otros signos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre” (Juan 20, 19-31).

El evangelio que hoy recibimos nos muestra a una comunidad de discípulos asustada y encerrada por temor a los judíos. Es la experiencia de quienes han sufrido un trauma muy grande. Han sido marcados por el dolor de ver a su maestro arrestado y torturado de una manera cruel y que ha culminado con la muerte en la cruz, condena vergonzosa y destinada a los delincuentes más peligrosos.

Dentro de la experiencia comunitaria se vive el duelo y dentro de esa misma comunidad se experimenta la presencia nueva de Jesucristo que aparece poniéndose al medio de ellos y los saluda con la frase característica del Resucitado: ¡La paz esté con ustedes! Es la comunidad la que conserva y sostiene la fe de cada uno de los que la forman. Incluso hoy, vemos a Tomás, el que no estaba en la primera aparición del Señor, y que tiene un encuentro que ya no se le olvidará jamás. Ha puesto sus dedos y sus manos en las heridas y en la llaga del costado. En la comunidad se le presenta un encuentro renovador, y que no solo le sostendrá en el tiempo del duelo, sino que será una palabra que resonará toda su vida, hasta morir por Cristo.

De esto hablábamos en el tiempo de cuaresma cuando se invitaba a tener en la oración, en el ayuno, en la misericordia, la solidaridad y en la vida cristiana un proceso que nos moviera a un encuentro con Jesús. Porque los cristianos no vivimos de ritos religiosos, de cumplimiento ciego a mandamientos que no te liberan, sino que terminan esclavizándote más, como lo ha sido la ley para los fariseos.
Los amigos de Jesús al recordarlo cada día tienen presente sus palabras que hablan de amor, sus gestos que muestran la entrega radical en la muerte, y una muerte de cruz, y lo reconocen cada día en los hombres y mujeres que conservan su recuerdo viviendo igual como él lo hizo en una opción libre y madura.

Para Tomás, la comunidad significó el encuentro con el Señor Resucitado y eso le trajo la paz que dura para siempre.

Segundo Domingo de Pascua, 27 de abril 2025.

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